miércoles, 19 de julio de 2023

Felicidad



Felicidad se fue hace como dos años. Fue algo lento, progresivo y creo que asistimos a su deterioro sin saber qué hacer para revertir aquello.

Porque aquello era que se estaba muriendo. A pesar de sus hojitas tan verdes, de aquella aparente explosión de clorofila, Felicidad estaba my enferma. 

Empezó todo así como de la nada. A las pocas semanas las hojas pegadas a la tierra comenzaron a amarillearse y caerse. Luego las ramas tomaron un color muy oscuro, casi negro. Como si se estuviera quemando por dentro. Y los brotes se morían. Y las hojas caían al suelo ya no amarillas, sino marrones.


 El verde tan alegre del principio se fue transformando en otra cosa. 


Investigamos cuál seria la enfermedad de Felicidad. Fuimos a viveros con las hojitas enfermas,  hablamos con jardineros. Nos recomendaron abonos, oxígeno, alimentación extra. No mejoraba.   


Nadie entendía qué le pasaba a Felicidad. Y Felicidad seguía cada vez más triste, más mustia. Era un cadáver de planta. Y se fue apagando así irremediablemente hasta que sólo quedó el tronco. Un tronco duro, vacío, reseco. Puro silencio. Y muchas preguntas. 


Tal vez el nombre la desgració. A veces hay palabras que pesan mucho. 


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