domingo, 8 de octubre de 2023

Fuera de Eje



“A la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismo”

El Sur. Jorge Luis Borges. 

Alma odiaba los domingos. Algo que no experimentaba durante la semana se apoderaba de ella justo ese día. Por las mañanas ya empezaba a sentir la incomodidad de unas emociones muy desagradables… Qué podría ser?  Hastío o tal vez ese sentirse como perdida en medio de espacios familiares? No lo sabía. Tampoco tenía claro cuándo había comenzado todo. Después del divorcio de Luis? Cuando se casó con Miguel?  Lo cierto es que esa incomodidad iba tomando fuerza a lo largo del día y ya por la noche, caía en pozos my oscuros de aburrimiento y confusión. Por suerte podía dormir.

Ese domingo fue un domingo como cualquier otro. Con Miguel salió por la mañana y todo fue como siempre. Pero casi a la medianoche, cuando estaban a punto de dormir, sonó el timbre de la puerta.

-El timbre a estas horas? Tú lo oíste? Será la vecina? preguntó Miguel.

Alma se levantó, y fue directo a la puerta, esperando encontrar a su vecina del otro lado.

Pero no era ella. En su lugar, se encontró cara a cara con su exmarido. Toda una sorpresa.

Qué hacía Luis allí y a esas horas de un domingo? El empezó a hablar y ella notó de inmediato que estaba borracho…

-Déjame entrar! Vengo a buscar mis cosas!

- Tus cosas? Aquí no queda nada tuyo.

-Sí los cuadros que me robaste cuando nos divorciamos….

Al oír una voz masculina en la puerta, Miguel salió del cuarto intrigado. También se sorprendió al ver a Luis allí y en ese estado tan lamentable…

-Vengo a buscar mis cuadros, dijo Luis ya dentro del departamento.

A Miguel le pareció una excelente idea, porque de hecho a él no le gustaban sus cuadros. 

Descolocado Luis también acotó

-Además quiero que Alma deje de perseguirme.

-Perseguirte? Cómo es eso Luis? Replicó Miguel en un tono tan paternal que asombró a Alma.

-Sí.  Alma me llama todos los días, me acosa y no me deja en paz…

Miguel entonces miró a Alma, como un padre mira a su hija  pequeña y le dijo en tono condescendiente la frase más inesperada: 

-Por favor Alma discúlpate con Luis por perseguirlo y comprométete a que no lo harás más…

Alma obedeció. 

A medida que se disculpaba por algo que no había hecho,  Alma sintió un escalofrío, como si de repente hubiera encontrado la última pieza de un rompecabezas que había perdido.  Luis era  un niño, un niño encerrado en el cuerpo de un hombre… Y Miguel, un anciano padre que siempre sabía las soluciones de antemano … Y ella, dónde se ubicaba? Tal vez pendulando entre ser una madre o una hija?

Las paredes del departamento lentamente fueron quedando desnudas.  Luis subió y bajó las escaleras varias veces porque sus cuadros no cabían en el ascensor.

Miguel aprovechó para que se llevara también una mesita desvencijada y unas guías telefónicas que habían quedado olvidadas en el cuarto de atrás. 

Luis hizo todo lo que Miguel le pidió. 

Cuando por fin Luis terminó con su tarea, Miguel se despidió amablemente de él, Alma permaneció en silencio y Luis dijo alguna que otra palabra antes de entrar al ascensor. 

Cerraron la puerta.

 -Qué lamentable todo, sentenció Miguel. 

-Sí, muy triste dijo Alma. 

Y esa noche no pudo dormir. 



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