martes, 26 de junio de 2012

Desnudeces


Admiro y sobre todo envidio a las personas que están a gusto con su cuerpos. Que no tienen problemas para desnudarse y andan tan felices por la vida. Y no es cuestión de medidas perfectas, ni de juventud. Es un tema más bien de aceptación. Y yo en esa materia voy más que deficiente.
Por eso esta semana que pasó, me llamó la atención una noticia que leí en el Clarín de Buenos Aires. Para la inauguración de un supermercado en un pueblito alemán , Süderlügum , se les ocurrió la genial idea de ofrecer mercados gratis por 270 euros a las primeras 100 personas que acudieran desnudos a su inauguración. 
El gerente del supermercado pensó que el número de desprejuiciados compradores no llegaría a 10. Se equivocó. Más de 200 clientes se agolparon a las puertas del establecimiento, muy dispuestos a llenar sus changuitos como dios los trajo al mundo.
 Y ahí me pregunté... Si viviese en Süderlügum, ¿hubiese aprovechado la oferta ? Seguro que no. Creo que antes me tendría que tomar una botella de tequila al hilo, para atreverme. Y no sé si con una sería suficiente...
Sin embargo lo que más me impresionó de la noticia fueron los comentarios de los lectores. El mejor rankeado fue uno que escribió un chico llamado Fabián Manuel Torres, con un humor muy porteño:" Jajajaja...acá en Argentina con los precios y la inflación nos dejan en bolas todos los días!!!!”
Y el comentario de Fabián me pareció, además de ingenioso, muy acertado. Porque hay desnudeces que liberan y que tienen que ver simplemente con el acto de quitarse la ropa, y hay otras, impuestas desde afuera, que tienen otro cariz... Pienso entonces que las crisis varias, la inflación, la inseguridad, el desempleo, las medidas de ajustes... son algunas de las formas más “higiénicas” y efectivas de dejarnos en cueros, sin necesidad de desnudarnos. 
Y siguiendo un poco la línea de pensamiento de Fabián, esas son de las que nos dejan en bolas pero vestidos. De las peores, sin lugar a dudas.


viernes, 15 de junio de 2012

El reino del revés


No sé cuál de las dos letras es más acertada, si la de Discépolo o la de Maria Elena Walsh. Lo cierto es que el mundo está patas para arriba, todo al revés y al mejor estilo Discepoliano, "vivimos revolcaos en un merengue..." O como también lo dijo la Walsh, con esa ironía suya tan fina “donde un ladrón es vigilante y otro es juez” . Lo cierto es que ante el despelote que estamos viviendo en estas últimas semanas, mi capacidad de asombro ha estado de lo más ocupada, pasando de sorpresa en sorpresa con las cosas que se lee en los diarios.

Una de las noticias que más llamó mi atención fue el famoso Jubileo de Diamante de la Reina Isabel I. Qué derroche, en esta época tan de vacas flacas en el Viejo Continente. Eso sí, todo el país se unió al festejo y se lanzó a las calles para saludar a su reina. Me imagino que a más de uno (de esos que andan por ahí con coronita) le debe haber dado una envidia profunda tanta aceptación popular. Y también me imagino que la señora luego de analizar cómo viene la mano con las monarquías vecinas, dijo "o aprovecho esta fecha para fortalecer mi negocio o tendré que poner mis barbas en remojo". Y como no tiene barbas que remojar, entonces celebró por todo lo alto sus 6 décadas de reinado.

Pero mientras en Londres, todos se recuperaban de una semanita de festejos varios, en el sur, o sea por aquí, este fin de semana sucedió lo que todos sabían que iba a suceder, salvo parece, el Presidente de España, que sigue todavía hoy negándolo todo: el famoso rescate. Pero ojo, rescate no a España, sino a la banca que se fue al traste por los más turbios y escandalosos manejos.

Todavía nadie sabe muy bien cómo es el asunto del "que sí pero no" rescate financiero. Tan es así que nadie lo sabe, que ni los mercados están muy claros del asunto. Y como era de esperarse, mientras la famosa prima de riesgo sigue por las nubes, la Bolsa se desploma en caída libre, porque -entre otras cosas- el Presidente español no ha dado la cara para explicar los términos del "que sí pero no" rescate o préstamo beneficioso, como han querido venderlo desde hace más de 4 días. Increíble. No aclaró nada, dijo alguna frase muy poco feliz el sábado y partió rumbo a Polonia, para ver el partido España- Italia, tratando de restarle gravedad al asunto. Como para matarlo...

Por supuesto que a nivel internacional todo el mundo se llevó las manos a la cabeza sin poder creer la torpeza de este buen hombre que, en menos de 24 horas, ayudó de manera activa a convertir lo que podría haber sido un cierto alivio para España en una aún peor pesadilla rocambolesca, cuyos efectos se empezaron a sentir desde el mismo lunes. Pero eso sí, el domingo disfrutó el partido de España como el mejor.

Otro que no la está pasando tan bien últimamente es el Papa. Pobre. Parece que está solo y enfermo, rodeado de un cardumen de pirañas en busca de sangre. Qué cosas. Donde debería ser todo acuerdo, conciliación, trasparencia y amor al prójimo, sucede estrepitosamente lo contrario. El Papa está sufriendo su particular Vatileaks, con todos los ingredientes para un jugosísimo bet seller.

También en Santiago de Chile, un grupo de más de 2000 seguidores de Pinochet se sintieron solos y desamparados esta semana que pasó, al realizar un homenaje en su honor y verse alterado por una multitud de manifestaciones de rechazo y repudio. Los simpatizantes del exdictador, entre otras cosas, se quejaron de no poder expresar libremente su adhesión por el finado... Qué humor negro más exquisito.

Y mientras me entero de que al mejor estilo “Home Alone” el primer ministro inglés David Cameron y su esposa dejaron accidentalmente a su hija de 8 años en un pub inglés y se dieron cuenta recién cuando llegaron a casa. Y de que el máximo representante del Poder Judicial en España, Carlos Dívar, el mismo que acabó con la carrera judicial del juez Garzón, está involucrado en un escándalo relacionado con más de 20 viajes injustificables, me tropiezo, caminando por una callecita de Madrid, con un cartel colocado al revés. Y pienso que tal vez quien lo colocó la tenía clara. “¿Para qué darle vuelta si total, todo está patas arriba y tampoco hay mucho que entender?”.