martes, 10 de octubre de 2023

Luciérnagas.


 Qué cosas tiene la vida mi sobrina amada, mi bichita de luz. Todo vuelve, aunque la gente diga que no y se haga la loca y lo niegue mil veces más, todo, así como de la nada, se revela. Y Dios mío, qué dolor. Por eso hoy me armé de valor y me dije: escríbele. Ella necesita escucharte. Y aquí estoy, con la ayuda de la Santísima Trinidad  dispuesta a contarte todo lo que ha pasado después de tanto tiempo. 

Te acuerdas de Chepina? Aquella señora que te preparaba esos desayunos que tanto te gustaban? La que se sentía muy orgullosa de cocinar bien porque sabía leer y escribir? Bueno, pues hace como tres semanas Imelda encontró en un gavetero perdido en el sótano de la casa, un cuaderno de Chepina, mas bien un diario escrito por ella. 

Así tal cual. Y ahí escribió todo lo que pasaba en la casa de mi hermano y mi cuñada. O mejor dicho, en la casa de tu abuelo Lucho, porque claro, todo era propiedad de ese viejo de mierda. Y mira que a mi no me gusta decir groserías, pero es que no se me ocurre otra forma de hablar de él.  

Pobrecita Ceres y mi hermano Yosef, qué impotencia y qué pesadilla. Pobrecitas tú y tus hermanas que tuvieron que crecer con ese monstruo de abuelo en la misma casa  Y sobre todo tú, mi bichita de luz, que tuviste la desgracia de ver lo que viste. Yo sé que eso tuvo que ser devastador para una niñita de 10 años. Y  estoy convencida de que eso fue lo que te envenenó la sangre y te arrebató la vida. Porque el abuelo Lucho era un vampiro que se alimentó durante años del sufrimiento de ustedes.  

Chepina lo contó todo en ese cuaderno con un rigor, mi bichita, que parecía como si en otra vida hubiera sido la secretaría de un juzgado. Sin perder un solo detalle, describió cada día cómo te iba ganando la enfermedad.  Te lloró muchísimo y cuando te nos fuiste tan rápido, quedó desolada. Se ve que el escribir la aliviaba, porque era como si le contara a alguien el dolor que ella vivía también en esa casa.

Su cuaderno fue como una especie de caja de Pandora, mi amada bichita, porque lo que leímos después fue otra vez revivir el terror. Una tarde, poquitos días después de tu partida, Chepina al abrir la puerta del baño que iba a limpiar, también los vio. Tu mamá, la víctima más víctima en manos de ese engendro. Tiró todo lo que llevaba y tuvo que correr al patio a vomitar porque el impacto fue enorme. Durante semanas no pudo dormir, sentía mucho miedo y una rabia muy profunda. Se ve que en esas noches en vela se le ocurrió una idea, que a diferencia de sus detalladas historias, no explicó mucho en el diario. Tal vez pensó que no haría falta. 

Una mañana le preparó como siempre el desayuno al abuelo Lucho. Cuando le sirvió el café le temblaban las manos, pero tu abuelo leía el periódico y no se dio cuenta de nada. Volvió a la cocina empapada en sudor y con todo el cuerpo temblándole como un papelito. Pobre Chepina. Luego vinieron a desayunar tus papás y por último Imeldita y Maru y ella estaba que no podía más de los nervios. Ese mediodía el abuelo Lucho murió de un infarto. No lo velaron. Simplemente lo enterraron muy cerquita  tuyo.

Desde hace tres semanas tus hermanas y yo no hemos hecho más que llorar por ti, por tu mamá y por mi hermano. Es como si ese cuaderno hubiera reabierto las heridas pero esta vez para que les entrara la luz.  Bendita Chepina por ser tan valiente. Por hacer lo que hizo.Y otra cosa que sé que te alegrará mucho, mi querida bichita. Imelda y Maru ya sacaron al monstruo del panteón familiar. Ahora sí podrás junto a Ceres y Josef, descansar en paz. 

Tu tía que te adora.

Antonia. 


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