sábado, 4 de junio de 2011

La rentabilidad profética


"Hermana, Dios te ha bendecido con el don

de la profecía…"me susurró la Pastora de Winsconsin al oído en medio de un centenar de personas que alababan a Dios y hablaban en lenguas. "¿El don de la profecía? ¿No podría ser el de la sanación?" Traté de negociar, por encontrarlo más útil. Nones.La Pastora no cedió y volvió a recalcarme al oído la epifanía divina. "El don de la profecía, hermana". Y ese fue el clímax de mi fugaz experiencia evangélica, por allá por 1996, en un momento poco feliz de mi vida.

Todo empezó una mañana en la que un compañero de trabajo me dijo: “Dios quiere salvarte y te manda este libro para tu sanación” El libro se llamaba “El poder de la oración” y semejante frase gastada bastó para quedar totalmente cautivada por su discurso. Sin perder un minuto, mi compañero comenzó entonces a adoctrinarme en las bondades y beneficios varios que es encontrar a Dios, a través de Cristo.

"Sólo hay un detalle Ana, y en esto somos inflexibles: debes renunciar a todos los santos, y creencias anteriores". "¿Cómo? ¿Mis runas las tengo que dejar?" "Sí". "¿Mi mano de San Benuá también?" "Por supuesto." "¿Y mi kit de salvación y mis estampitas de las Tres Divinas Potencias y mi mano sangrante de Cristo?" "Todo". Fue un duro enfrentamiento entre el minimalismo evangélico y mi barroquismo religioso. Pero bueno, yo no estaba muy brillante y luego de esas difíciles renuncias, emprendí el camino hacia el Señor.

¡Qué armonía con mis amigos evangélicos! Todo eran bendiciones, buenos augurios y muchos asados con coca cola, hasta que me invitaron al retiro de 3 días con la famosa pastora de Winsconsin, que llamándome al púlpito me cambiaría la vida...

A decir verdad, no me la cambió mucho, salvo por una decisión: después de 72 horas de inmersión profunda en aguas evangélicas, emprendí mi retirada, convencida de que no era lo mío.

Eso sí, comencé a profetizarlo todo, con relativo éxito. Pero eran profecías de bastante bajo nivel: “Profetizo que voy a llegar tarde al trabajo”, “profetizo que esta comida me va a caer mal”, “profetizo que si sigo comiendo así voy a subir varios kilos”…Y así fui yo por la vida por un buen rato, imbuída del más elevado espíritu profético…

Se ve que a los evangélicos se les da fácil eso de profetizar. Hace un mes me enteré (como la gran mayoría de los mortales) de que en California un pastor evangélico: Harold Camping, a través de su red de emisoras de radio “Family Radio Ministries” venía profetizando, por lo menos desde hace más de 3 años, que el mundo se acabaría el pasado sábado 21 de mayo, fecha establecida luego de sesudos análisis matemáticos.

Por suerte el Pastor falló en la profecía apocalíptica. Aunque fue muy exitoso en la parte financiera: la cuenta bancaria de Camping y Family Radio aumentó en más de 100 millones de dólares su capital, gracias a las donaciones desinteresadas de muchos seguidores, quienes con ese dinero querían difundirle al mundo la verdad revelada.

Lo más llamativo es que ésta no ha sido la primera vez que Camping ha profetizado el fin del mundo. En 1994 también armó un escándalo con el Armagedón y el fin del mundo y nones. Todo siguió igual.

¿Y la credibilidad de Camping? Tampoco se ha visto afectada ante este último y estrepitoso fracaso profético. Es más, luego de haberse retractado del error públicamente, pronosticó que el fin del mundo se pospone para el próximo 21 de Octubre, fecha clave y sin retorno para el fin, fin, fin de todo.

Otro dato curioso: Harold Camping se apellida muy parecido a un expresidente venezolano,Herrera Campins, quien durante su presidencia vivió muy perseguido por los que él denominó “profetas del desastre” quienes auguraron, esta vez con mucho éxito, la hecatombe económica que se nos venía encima. Y también en esa ocasión hubo gente que ganó muchísimo dinero gracias a sus dones "proféticos". Es que por lo visto, los desastres siempre son rentables.

1 comentario:

  1. Cómo me he reído con tu experiencia profética evangélica!! Muy divertidos tus artículos. Besos

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