sábado, 16 de mayo de 2020

La Segunda Oleada de la Pre - Diáspora






Digamos que, por decir algo, yo soy hija del Pacto de Puntofijo. 

Nací 3 años después del 23 de Enero de 1958 y dos meses después de la Constitución de 1961.

Viví muchos de los vaivenes de la 4ta República…

Viví la alternancia AD-Copey. Viví la euforia petrolera y las hombreras de Carlos Andrés. El Nuevo Dorado de Puerto Ordaz. La nacionalización del petróleo. Los arbolitos de Navidad importados de Canadá. La Venezuela Saudita…

Viví la legendaria devaluación de Luis Herrera, el Viernes Negro. El auge de las galerías de arte. Lusinchi, Blanca Ibáñez…. Y de nuevo Carlos Andrés. El Caracazo. El “por ahora” de Chávez. Y el gobierno de transición de Ramón J. Velázquez. Hasta ahí llegué….


Mi historia personal de Venezuela se acabó  en Octubre de 1993, cuando partí rumbo a Buenos Aires, convencida de que al año siguiente estaría de regreso en mi amado país. De eso, hace casi ya 30 años.
 

Y digo también, por decir algo, que formé parte de la Segunda Oleada de la Pre Diáspora. La primera se vivió a mediados de los ochenta con la compulsión de Miami y el famoso “dame dos”…. Ahí se fueron un montón de venezolanos. 

Creo que fue a finales de los ochenta cuando vino la Segunda Oleada… Esta tenía otros matices, con respecto a la primera pre diáspora… Ya no era tanto el amor desmesurado por Miami, sino la necesidad de vivir nuevas experiencias en ciudades más ciudades que Caracas. Entonces, muchos de mis conocidos se mudaron a Nueva York, otros a Chicago, a San Francisco…
 

Yo pertenezco a esa segunda oleada. Y no porque quisiera irme de Venezuela. Nada más lejos de mi. Sino porque a Carlos le ofrecieron trabajo en Buenos Aires y mi adorado papá se alegró muchísimo por esa oportunidad que nos ofrecía la vida…. Así que el 24 de Octubre de 1993 junto con mi mamá, Mabel, y Gabriel partimos para Argentina. De alguna manera la muerte repentina de mi papá  me hizo fácil la transición. Algo más fuerte que los dos nos separó.  Y mi mamá se vino conmigo.
 

En uno de los primeros viajes a Caracas, una tarde coincidí con Nestor Caballero y me llevó a  la Librería del Ateneo. Allí me recomendó especialmente un libro “El País según Cabrujas”.  Sus artículos semanales publicados en el Diario de Caracas de 1991 a 1992. Es decir, los últimos años de mi vida en Venezuela.
 

Desde ese día de la Librería del  Ateneo, el libro de Cabrujas me ha acompañado. Es mi Biblia. Y aquí lo tengo a mi lado. Cuando yo no sé hacia dónde voy…. Cuando la realidad me supera, vuelvo a las páginas de ese libro. Me dicen de dónde vengo. Quién era. Cómo era el país que yo viví.  Y  eso me da un poco de tranquilidad. 

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