jueves, 13 de febrero de 2014

La otra Maga

Te comencé a llamar así muchos años después de leer Rayuela. Evidentemente no eras como la Maga cortazariana. No le escribías cartas a Rocamadur. Ni vivías en París. Pero no hizo falta. Tu fuiste una maga por tu enorme corazón y tu fortaleza infinita.

Cuando pequeña, fuiste "mi prima salvajesta"
porque a las dos nos gustaba la lucha libre. Luego con los años, me encantaban las historias que me contabas de gente que yo ni conocía. Daba igual. Lo que me fascinaba era esa forma tan tuya de gesticular, de crear tensión, de mirarme, mientras fumabas o te arreglabas el pelo. Disfrutabas con mis preguntas, te reías, hacías acotaciones. Eras para mí como una especie de Sherezade andina, incorrectísima, punzante y corrosiva.

Fuiste la sobrina preferida de mi tía Erika. Eras tan indómita como ella. Y esa extraña mezcla, esa personalidad tuya, avasalladora y humilde también me sedujo a mi. Por esa energía que tenías,
esa honestidad a prueba de balas y esa increíble integridad con la que viviste siempre.

En este mundo de fantoches e incoherentes. De falsos y acomodaticios, tú fuiste una rara avis. Una persona íntegra y genuina. Diáfana y rotunda. Sin parapetos. Y para mi fortuna además, mi prima amada.

domingo, 19 de enero de 2014

Chivo que se devuelve...

Creo que primero vino la sabiduría popular y luego apareció en los libros de autoayuda. 

Una de las cosas más tóxicas que uno puede llegar a hacer, es tomar una decisión y luego arrepentirse. Yo, experta en arrepentimientos postreros, creo que a finales del año pasado aprendí la lección.
Me comprometí a ir a un lugar. Llegué. Hice una rápida y prejuiciada evaluación del mismo y decidí devolverme. Cuando salí nuevamente del metro, me di cuenta del error. Supe que detrás de esa reacción había muchas cosas... Media hora después, me esguincé un tobillo. 

Tal vez fue la influencia de Mercurio, que cuando está retrógrado nos manda aplastantes lecciones. Pero las reminiscencias de las lecturas de Osho, Coelho, Bucay, Chopra y tantos otros, me trajeron a la memoria una verdad tan simple como contundente: tomar una decisión y no creer en ella nos hace daño.
En mi caso, devolverme me costó un esguince... Y corrí con suerte. Porque de acuerdo al dicho popular de mi país, otros se "esnucan"

jueves, 13 de septiembre de 2012

Aprendizajes


…De lamparitas, plantas y otras hierbas.

Este domingo se quemó la lamparita de la heladera (o nevera, o refri, es igual). Y ese detalle, tal vez insignificante para algunos, a mi me resulta altamente depresivo.  Eso de abrir la heladera y encontrarme con la noche misma, me incomoda sobremanera. Lo primero que hice el lunes fue averiguar dónde podría conseguir una lamparita nueva y recuperar prontamente la felicidad perdida.

¿De 15 o de 25 watts? Me preguntó el vendedor. Mmmm ... De 25... (Por aquello de que más es mejor que menos). Y así, en tiempo récord, con la satisfacción de haber resuelto una buena parte del problema,  salí de la ferretería dispuesta a restablecer mi equilibrio electrodoméstico.  Incluso, hasta me resultó fácil colocarla.

Pero a veces las cosas no salen como uno se las imagina. Anoche la heladera sufrió un corto y amaneció como muerta. ¿Qué pasó? La dichosa lamparita era de un voltaje mayor y la heladera, como mucho, soportaba una de 15. Qué mensaje contundente, pensé. Algo parecido me ha pasado muchas veces en otras áreas de mi vida...Como por ejemplo, con las plantas.

Yo amo las plantas. Nada en este mundo me gusta más que sembrar plantitas, verlas crecer y sentirme a resguardo en mi selva personal. Pero tengo un problema: a muchas de ellas las he regado en exceso. Y las pobres se ahogan y se pudren. Lamentablemente he perdido la cuenta de la cantidad de plantas lindas y hermosas que por la obsesión de regarlas a cada rato, se me ponen mustias, llenas de hongos y terminan muriéndose. Obviamente cuando esto pasa, el bajón de energía es peor que cuando el refri entra en corto por exceso de watts.

Hace miles de años y en otro terreno mucho más complicado, un amigo me alertó sobre el problema, pero yo en ese momento no lo entendí. Incluso me enojé mucho con él, porque me pareció un exabrupto de su parte. Mi novio de aquel entonces, a quien yo quería mucho, terminó la relación y yo estaba desconsolada. Entonces hablando del tema con mi amigo, éste me soltó así nomás esta frase lapidaria: fulano te dejó porque lo asfixiabas.

Me ha costado años entrelazar la cantidad de situaciones, momentos y experiencias que se me han ahogado, asfixiado o achicharrado por excesos. Se podría decir que he adolecido de una fuerte excesividad. De cualquier índole, pero desmesura a fin de cuentas. Y los excesos no son recomendables. Porque como muy sabiamente dijo Mier van der Rohe (y parece que se puede aplicar a todo) menos es más… Espero por lo pronto, que con las plantitas y los watts, haya aprendido la lección.


jueves, 23 de agosto de 2012

Vergüenza ajena


Las corridas de toros nunca me gustaron. Pero lo que hasta hace poco era sólo un rechazo teórico, lo confirmé luego de haber vivido una tarde de toros, en la que comprobé que no hay espectáculo más cruel e injusto, sangriento y humillante, que el desequilibrado enfrentamiento entre un hombre y un toro herido.  
 
Todavía impactada por la experiencia, el domingo siguiente leí en el diario El País un artículo firmado por el escritor Rafael Sánchez Ferlosio titulado “Patrimonio de la Humanidad" en el que exponía con argumentos bastante sólidos su rechazo y abominación por la tauromaquia.

Pero claro, hablar de los toros en España es como mostrar la soga en la casa del ahorcado. Por eso a la semana siguiente y haciendo gala de una enorme equidad editorial, El País publicó esta vez un artículo en defensa de la gran Fiesta Nacional, escrita nada más y nada menos que por el mismísimo Premio Nóbel, Mario Vargas Llosa, titulado “La “barbarie” taurina”. Una apasionada defensa de los toros y un cuestionamiento a los argumentos expuestos por  Sánchez Ferlosio.

Por suerte había guardado el artículo y volví a releerlo. Y mientras éste me siguió pareciendo actual y contundente, el de Vargas Llosa -a pesar de estar escrito brillantemente- me pareció débil.

Porque lo más interesante del texto de Sánchez Ferlosio es que su crítica no se centra en la defensa de los animales, ni en el valor histórico que los toros representan.  Su descargo hace foco en el hombre. En esa actitud arrogante y soberbia del torero frente al toro, en esa pelea que descaradamente no es de igual a igual. En la que hay ventajismo, se manipula, se debilita y se hiere al contrincante. Y además, se celebra. Por eso termina su texto de manera tan rotunda: Mi ferviente deseo de que los toros desaparezcan de una vez no es por compasión de los animales, sino por vergüenza de los hombres”

Por su parte Vargas Llosa transita otros argumentos. Reconoce la violencia del espectáculo taurino pero considera que prohibirlo, sería “un atropello a la libertad no menor que la censura de prensa, de libros y de ideas”.  A pesar de esta comparación, extrema por demás, lo que Vargas Llosa sabe (al igual que lo sabemos todos los que hemos ido a una plaza de toros), es que haya o no prohibición, la tauromaquia tiene sus horas contadas. Que cada día el toreo va perdiendo más adeptos y que de manera vertiginosa se va convirtiendo en una atracción marginal y poco rentable, para gente de otra época.  Porque las plazas de toro sobreviven gracias a la oleada de turistas curiosos que van por única vez y que terminan huyendo ante algo que no se puede entender cómo sigue existiendo.

Y eso no tiene que ver con libertad. Tiene más que ver con que el mundo cambió. Porque a pesar de tanto arte y tanta parafernalia, la crueldad del toreo es inocultable. Y cada vez somos más los que no la toleramos. Aunque nos la quieran vender como muy poética. Porque finalmente después de una tarde de toros, uno termina experimentando ese extraño y difícil sentimiento  que Sánchez Ferlosio describe en su artículo y que no es otra cosa que vergüenza de los hombres.

martes, 26 de junio de 2012

Desnudeces


Admiro y sobre todo envidio a las personas que están a gusto con su cuerpos. Que no tienen problemas para desnudarse y andan tan felices por la vida. Y no es cuestión de medidas perfectas, ni de juventud. Es un tema más bien de aceptación. Y yo en esa materia voy más que deficiente.
Por eso esta semana que pasó, me llamó la atención una noticia que leí en el Clarín de Buenos Aires. Para la inauguración de un supermercado en un pueblito alemán , Süderlügum , se les ocurrió la genial idea de ofrecer mercados gratis por 270 euros a las primeras 100 personas que acudieran desnudos a su inauguración. 
El gerente del supermercado pensó que el número de desprejuiciados compradores no llegaría a 10. Se equivocó. Más de 200 clientes se agolparon a las puertas del establecimiento, muy dispuestos a llenar sus changuitos como dios los trajo al mundo.
 Y ahí me pregunté... Si viviese en Süderlügum, ¿hubiese aprovechado la oferta ? Seguro que no. Creo que antes me tendría que tomar una botella de tequila al hilo, para atreverme. Y no sé si con una sería suficiente...
Sin embargo lo que más me impresionó de la noticia fueron los comentarios de los lectores. El mejor rankeado fue uno que escribió un chico llamado Fabián Manuel Torres, con un humor muy porteño:" Jajajaja...acá en Argentina con los precios y la inflación nos dejan en bolas todos los días!!!!”
Y el comentario de Fabián me pareció, además de ingenioso, muy acertado. Porque hay desnudeces que liberan y que tienen que ver simplemente con el acto de quitarse la ropa, y hay otras, impuestas desde afuera, que tienen otro cariz... Pienso entonces que las crisis varias, la inflación, la inseguridad, el desempleo, las medidas de ajustes... son algunas de las formas más “higiénicas” y efectivas de dejarnos en cueros, sin necesidad de desnudarnos. 
Y siguiendo un poco la línea de pensamiento de Fabián, esas son de las que nos dejan en bolas pero vestidos. De las peores, sin lugar a dudas.


viernes, 15 de junio de 2012

El reino del revés


No sé cuál de las dos letras es más acertada, si la de Discépolo o la de Maria Elena Walsh. Lo cierto es que el mundo está patas para arriba, todo al revés y al mejor estilo Discepoliano, "vivimos revolcaos en un merengue..." O como también lo dijo la Walsh, con esa ironía suya tan fina “donde un ladrón es vigilante y otro es juez” . Lo cierto es que ante el despelote que estamos viviendo en estas últimas semanas, mi capacidad de asombro ha estado de lo más ocupada, pasando de sorpresa en sorpresa con las cosas que se lee en los diarios.

Una de las noticias que más llamó mi atención fue el famoso Jubileo de Diamante de la Reina Isabel I. Qué derroche, en esta época tan de vacas flacas en el Viejo Continente. Eso sí, todo el país se unió al festejo y se lanzó a las calles para saludar a su reina. Me imagino que a más de uno (de esos que andan por ahí con coronita) le debe haber dado una envidia profunda tanta aceptación popular. Y también me imagino que la señora luego de analizar cómo viene la mano con las monarquías vecinas, dijo "o aprovecho esta fecha para fortalecer mi negocio o tendré que poner mis barbas en remojo". Y como no tiene barbas que remojar, entonces celebró por todo lo alto sus 6 décadas de reinado.

Pero mientras en Londres, todos se recuperaban de una semanita de festejos varios, en el sur, o sea por aquí, este fin de semana sucedió lo que todos sabían que iba a suceder, salvo parece, el Presidente de España, que sigue todavía hoy negándolo todo: el famoso rescate. Pero ojo, rescate no a España, sino a la banca que se fue al traste por los más turbios y escandalosos manejos.

Todavía nadie sabe muy bien cómo es el asunto del "que sí pero no" rescate financiero. Tan es así que nadie lo sabe, que ni los mercados están muy claros del asunto. Y como era de esperarse, mientras la famosa prima de riesgo sigue por las nubes, la Bolsa se desploma en caída libre, porque -entre otras cosas- el Presidente español no ha dado la cara para explicar los términos del "que sí pero no" rescate o préstamo beneficioso, como han querido venderlo desde hace más de 4 días. Increíble. No aclaró nada, dijo alguna frase muy poco feliz el sábado y partió rumbo a Polonia, para ver el partido España- Italia, tratando de restarle gravedad al asunto. Como para matarlo...

Por supuesto que a nivel internacional todo el mundo se llevó las manos a la cabeza sin poder creer la torpeza de este buen hombre que, en menos de 24 horas, ayudó de manera activa a convertir lo que podría haber sido un cierto alivio para España en una aún peor pesadilla rocambolesca, cuyos efectos se empezaron a sentir desde el mismo lunes. Pero eso sí, el domingo disfrutó el partido de España como el mejor.

Otro que no la está pasando tan bien últimamente es el Papa. Pobre. Parece que está solo y enfermo, rodeado de un cardumen de pirañas en busca de sangre. Qué cosas. Donde debería ser todo acuerdo, conciliación, trasparencia y amor al prójimo, sucede estrepitosamente lo contrario. El Papa está sufriendo su particular Vatileaks, con todos los ingredientes para un jugosísimo bet seller.

También en Santiago de Chile, un grupo de más de 2000 seguidores de Pinochet se sintieron solos y desamparados esta semana que pasó, al realizar un homenaje en su honor y verse alterado por una multitud de manifestaciones de rechazo y repudio. Los simpatizantes del exdictador, entre otras cosas, se quejaron de no poder expresar libremente su adhesión por el finado... Qué humor negro más exquisito.

Y mientras me entero de que al mejor estilo “Home Alone” el primer ministro inglés David Cameron y su esposa dejaron accidentalmente a su hija de 8 años en un pub inglés y se dieron cuenta recién cuando llegaron a casa. Y de que el máximo representante del Poder Judicial en España, Carlos Dívar, el mismo que acabó con la carrera judicial del juez Garzón, está involucrado en un escándalo relacionado con más de 20 viajes injustificables, me tropiezo, caminando por una callecita de Madrid, con un cartel colocado al revés. Y pienso que tal vez quien lo colocó la tenía clara. “¿Para qué darle vuelta si total, todo está patas arriba y tampoco hay mucho que entender?”. 

miércoles, 16 de mayo de 2012

Mentalidades

Si hay algo que me ha costado entender -y todavía no estoy muy segura de haberlo logrado-es el movimiento de los indignados españoles. Desde que tomaron la Puerta del Sol el año pasado, me parecieron demasiado civilizados, como para alcanzar algún objetivo. Siempre bromeaba con que a los indignados les hacía falta algún barrabrava porteño, o unos cuantos piqueteros para que sus manifestaciones tomaran verdadero cuerpo.

Y este año, por esas extrañas piruetas del destino, el 12 de mayo de manera fortuita y casi involuntaria fuimos, se puede decir, invitados por los propios indignados a marchar junto con ellos hasta la Puerta del Sol para celebrar un año de existencia.

Muchas cosas me impresionaron esa tarde. Por un lado, la variedad de gente que había. Por supuesto muchos jóvenes, pero también parejas embarazadas, familias con bebés e hijos muy pequeños, jubilados, profesionales y todos celebrando. Con pancartas variadísimas que iban desde exigir educación laica hasta mensajes contra el rey, el terrorismo financiero, el maltrato a los sin papeles y la brutalidad de los recortes.

Un amplísimo abanico de insatisfacciones, de promesas no cumplidas, de traiciones de todo tono y calibre que contrastaban con el profundo espíritu festivo y ciudadano de esa multitud. Y dos cosas aún más significativas: esa enorme cantidad de gente tan heterogénea en sus exigencias y en sus reclamos no tuvieron ni tienen un líder que los aglutine. No lo necesitan. Y algo más sorprendente todavía: tienen conciencia plena de que lo que exigen no se logra en el corto plazo. Debo reconocer que es mucho para mi mentalidad tercermundista.

¿Y por qué no quieren y no tienen un líder? Lo que entendí es que el 15 M no es un movimiento político. No se trata de los de izquierda contra los de la derecha o viceversa. Están convencidos de que ambos son lo mismo. Y saben que quienes mandan sobre políticos, llámense Zapatero, Rajoy o quién sea, son los bancos. Entonces ¿para qué un líder? si ellos luchan contra algo más profundo: el sistema. Yo tan acostumbrada a los héroes mesiánicos, a los políticos salvadores, al “sácame éste para poner a éste otro” me cuesta mucho entenderlos. Demasiado ambicioso y abstracto para mi mentalidad cortoplacista y sustitutiva.

Yo pensaba esa tarde mientras estaba rodeada de españoles, lo bien que les vendría corear al unísono un “qué se vayan todos”, o algo medianamente parecido. Pero después pensé... ¿Sirvió eso de algo? Al corto plazo sí. Huyó De La Rúa y los políticos argentinos se las vieron bien difícil para aquietar las aguas. Pero a la vuelta de 10 años lamentablemente, casi todo sigue igual. Hasta Cavallo está por ahí dando cátedras de economía...Entonces tanta revuelta, tanta bronca y tanta alaraca no sirvió de mucho.

Durante todo este año los indignados como hormigas laboriosas y a la sombra, han trabajado sin descanso, sobre todo en las zonas mas castigadas por la situación económica, que ellos consideran no una crisis, sino una estafa. Es decir, van tejiendo cambios de abajo hacia arriba. Y eso lleva tiempo. Tal vez más sólidos que los bruscos sacudones a los que estamos tan acostumbrados en Latinoamérica, con piqueteros y barrabravas incluidos.

Pero a mi me parece tan difícil su modus operandi que tengo dudas. Ojalá y las ambiciosas propuestas del 15M no se diluyan y se fortalezcan en el tiempo. Porque siento que son lo más parecido a una tenue lucecita al final del camino. Y eso, para los tiempos oscuros que corren, no es poca cosa.