Admiro y sobre todo envidio a las personas que están a
gusto con su cuerpos. Que no tienen problemas para desnudarse y andan tan
felices por la vida. Y no es cuestión de medidas perfectas, ni de juventud. Es
un tema más bien de aceptación. Y yo en esa materia voy más que deficiente.
Por eso esta semana que pasó, me llamó la atención una
noticia que leí en el Clarín de Buenos Aires. Para la inauguración de un
supermercado en un pueblito alemán , Süderlügum , se les ocurrió la genial idea
de ofrecer mercados gratis por 270 euros a las primeras 100 personas que
acudieran desnudos a su inauguración.
El gerente del supermercado pensó que el
número de desprejuiciados compradores no llegaría a 10. Se equivocó. Más de 200
clientes se agolparon a las puertas del establecimiento, muy dispuestos a
llenar sus changuitos como dios los trajo al mundo.
Y ahí me
pregunté... Si viviese en Süderlügum, ¿hubiese aprovechado la oferta ? Seguro
que no. Creo que antes me tendría que tomar una botella de tequila al hilo,
para atreverme. Y no sé si con una sería suficiente...
Sin embargo lo que más me impresionó de la noticia
fueron los comentarios de los lectores. El mejor rankeado fue uno que escribió
un chico llamado Fabián Manuel Torres, con un humor muy porteño:" Jajajaja...acá
en Argentina con los precios y la inflación nos dejan en bolas todos los
días!!!!”
Y el comentario de Fabián me pareció, además de ingenioso, muy acertado. Porque hay desnudeces que liberan y que tienen que ver
simplemente con el acto de quitarse la ropa, y hay otras, impuestas desde
afuera, que tienen otro cariz... Pienso entonces que las crisis varias, la
inflación, la inseguridad, el desempleo, las medidas de ajustes... son algunas
de las formas más “higiénicas” y efectivas de dejarnos en cueros, sin necesidad
de desnudarnos.
Y siguiendo un poco la línea de pensamiento de Fabián, esas son
de las que nos dejan en bolas pero vestidos. De las peores, sin lugar a dudas.